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29.9.04

Conejas


Es algo visceral, no es racional. Simplemente, me dan asco los niños. No puedo entender que el sentido de la vida de la mayoría de las mujeres sea parir como conejas. No soporto leer una entrevista a alguna intelectual, modelo o actriz de altos vuelos, y descubrir que su máxima aspiración es formar una familia. Tanta sofisticación y sólo llevan una maruja dentro.

Cuando veo una mujer preñada me echa para atrás. Me parece una especie de parásito, la "Invasion of the body snatchers", no lo puedo evitar. Hace poco vi una tía que estaba muy buena, un coche le tapaba el cuerpo de tetas para abajo. Cuando lo superó y vi su bombo el choque fue brutal. Lo agradable se hizo asqueroso en fracciones de segundo. Como descubrir que el coño que te estás comiendo tiene hongos. Por supuesto no tengo que decir que cualquier tía con niño va de culo conmigo. Lo siento, no me va el menú Happy Meal.

Aunque hay algo que me da más asco que una tía preñada: uno de esos padrazos comprensivos, dialogantes, trabajadores y pardillos, con gafas y camisa de cuadros, sonrisa permanente, cara de pan y raya al lado que empuja un carrito con una puta larva babeante que huele a leche vomitada. Cuando veo un hombre así sólo una palabra viene a mi cabeza: calzonazos. Un hombre debe ser un padre irresponsable, no hablarse con sus hijos, tener una úlcera y ser alcohólico: una vida sentimental sana no es cosa de hombres (esta última frase son sólo ganas de tocar los cojones e ir contra el "politically correct speech", otro día hablaré de esa mierda).

Sé que es algo visceral, no racional. Odio a los putos niños.

1 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

"Las mujeres se ponen guapísimas con el embarazo". Y una mierda, nada más inhibidor de la libido que una mujer con bombo. Además se les pone cara de pan.

Hace no mucho tiempo para mí una mujer con hijo no era deseable en absoluto. No sé, no la veía como una mujer, sino como una madre, que es otra cosa. Luego apareció en mi vida la Bestia Negra, también conocida como la Hija de Satanás, con hijito malcriado y puñetero, y oye, qué cosas... Esa damita reunía todo lo que he odiado en mi vida, y sin embargo acabé amándola demencialmente. También ella a mí al principio. Es curioso, fuese por donde fuese esa mujer era baboseada y halagada por todos los hombres. Y no es exageración mía; algo tendrá cuando ahora va saltando de la cama de un millonario a la de un famoso y vuelta a empezar. Desde aquella relación ya no estoy tan seguro de decir no al menú happy meal.

Pero los niños, ay, los niños... No puedo con ellos. No sé tratarlos y les doy miedo. Para colmo me siento hiperresponsable estando cerca de ellos, y claro, eso desgasta mucho. Creo que es, básicamente, que soy un inmaduro.

Las niñas, a partir de los trece años, empiezan a parecerme más... ¿entrañables sería la palabra? No, carajo, por supuesto que no es la palabra, pero paso de que me enchironen por pedófilo.

11/03/2006 03:40:00 p. m.  

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