Prefiero oler mal

"¡Qué bonito! ¡Un hurón! ¡Siempre quise tener uno como mascota!", dijo en la tienda. Yo feliz, claro, por fin tenía la oportunidad de salir de la jaula. Me porté bien, hice todo lo posible por adaptarme: no mordía a nadie, cagaba y meaba siempre en la caja, era juguetón y gracioso... Pero no me quisieron tal como era. Empezó a molestarles mi olor. ¿Para qué hostia me compró entonces? "Lo voy a operar", dijo. Me dejaron en el veterinario para que me extrajeran las glándulas anales. Al poco llamó a mi dueño. "Oye, este bicho no está castrado, si no lo castras no reduces el olor tanto... ¿Lo hacemos y así aprovechamos la anestesia?" Mi dueño decidió el futuro de mi fertilidad y hombría en un minuto y por teléfono. Qué bien, le hicieron el dos por uno, ¡como en el súper! Ahora estoy hecho una mierda, tengo el culo en carne viva y parece que tengo el recto prolapsado. Se me va a infectar el puto culo, seguro, con los puntos al lado del agujero de cagar. Como a esos desnaturalizados no les gustaba mi olor me cortan los cojones. Hijos de puta... Se supone que los capados quedan mansos, pero yo voy a ser la excepción que cumple la regla. Pienso ser el cabrón más desagradable del mundo de los blogs... Me cago en mi vida. Lo odio todo y todo me cabrea.